Es sabido que el poder secreto es el dinero.
Es un secreto a voces: ya San Pablo
en su tiempo dijo: “pecunia, cui
obediunt omnia…” No dijo: “Cui
obediunt OMNES”; dijo “al cual
obedecen todas las cosas”; no dijo “todos
los hombres”, porque no todos los hombres obedecen al dinero, y los que lo
obedecen servilmente, esos son más bien cosas que hombres. El avaro no es un
hombre, dijo Aristóteles: hay tres vidas humanas (buenas o malas según el uso)
la vida de placer o pueril, la vida “política”
o de acción, y la vida de la contemplación “theoretikós
bios”; más la vida del avaro no es vida humana pues el dinero que es un
medio se convierte en una aberración vuelto fin. Estas tres vidas aristotélicas
corresponden más o menos a las vidas estética, ética y religiosa de Kierkgor.
Algunos piensan que el poder secreto son las
mujeres; pero esas son menos secretas todavía. Todos más o menos somos esclavos
de esos bichos absurdos, de acuerdo; a no ser que seamos tiranos. Para el
cristiano son simplemente hermanas, dijo San Pablo. Pero San Pablo ya no está
en la Casa Rosada.
Más hoy en día otros creen existe un poder
secreto nada bueno que desde entre bambalinas mueve los títeres de la historia
contemporánea, en parte al menos. Si se descarrió fiera la Revolución Francesa,
la cual comenzó con buen pie; si hubo una terrible guerra civil en España, y
otras dos peores mundiales, eso y otras calamidades proceden del Poder Secreto Mundial, el MRM (Movimiento
Revolucionario Mundial) o los “Illuminati” como los llama el comandante William
Carr. ¿Son los judíos? No son los judíos. ¿Son los masones? No del todo ¿Son
los llamados Tiburones de las Finanzas Refrigeradas? ¿Es el Comunismo? ¿Es el
Capitalismo? Es algo más secreto que todo eso, que se sirve y se aprovecha
de unos y de otros.
Los libros del Comandante Carr no son
despreciables: ha escrito no menos de cinco sobre este tema, que lo
obsesionaba. William Carr era un
canadiense católico, miembro del Intelligence Service (contraespionaje) de Inglaterra, durante la Segunda Guerra Mundial;
y en la Primera comandó una goleta y tripuló un submarino. Ha muerto hace poco
en un sanatorio de los EEUU, después de soportar pacientemente una parálisis de
muchos años. Yo he traducido del inglés el principal de sus libros, “The Pawns in the Game”, con el título
equivalente de “Los títeres en el
tablado”; por desgracia no ha podido aún ser editado.
Algunos dirán quizás que es un libro
exagerado o fanático. Se debe conceder que es un poco simplista en algunos
puntos. Pero los puntos en que suministra información directa de prima fuente (por ej., acerca de la guerra de España,
donde estuvo) merecen mucha consideración. Es un hombre que por su oficio
debía saber y averiguar cosas ocultas; y ejerció su oficio muchos años.
Carr sostiene que existe en el mundo actual
una logia secreta de hombres poderosos, la cual intriga por medio del dinero principalmente,
y con toda clase de maniobras, incluso criminales, para llevar avante lo que él
denomina “Movimiento Revolucionario
Mundial”, MRM. El fin final de esta logia es llegar a un Estado Mundial
Ateo, presidido por ellos. Para rastrearlos, Carr se remonta a los prolegómenos
de la Revolución Francesa, mostrando
en ella la influencia de directivas secretas; cosa que también ha puesto en
claro y demostrado en sus poderosos libros el historiador francés Agustín Cochin, y otros. Lo mismo en la
Revolución Española; lo cual también ha sido averiguado en parte por los
franquistas. Y en las dos guerras mundiales. En suma, su tesis es que las
pericias desastrosas de la historia contemporánea, comunismo incluido, no son
causales, sino que son coordinadas y coaligadas. Si el unificante y coagulante
son los que él llama “Iluminados”, o
algún otro poder, grupo o sociedad, eso es materia discutible. Sea quien fuere,
él lo llama, no sin razón, satánico.
El libro más ruidoso y mejor escrito sobre
este asunto es el del húngaro Louis
Marschalko que ha hecho “sensación” en Norteamérica, titulado (en su traducción
inglesa) The World Conquerors (Los Conquistadores del Mundo), editado en
Londres en 1958. La obra de 300 apretadas páginas se circunscribe al
Comunismo, fue escrito a raíz del sangriento aplastamiento de Hungría por
Rusia, y abunda en información concreta de historia contemporánea. Su lectura
consterna. Al fin del primer capítulo estampa esta frase:
“Así los conquistadores del mundo comenzaron su marcha
con intención de subyugar al globo y hacerse los amos de todas las naciones”.
Al
fin del libro, a modo de epígrafe, estampa tres citaciones: de Disraelí, de
Winston Churchil y de Oscar Leví (que fue Primer Ministro de la Reina Victoria,
constructor del Imperio y descendiente de un judío italiano) tomada de su libro
La Vida De Lord Jorge Bentinck, dice así:
“El Pueblo de Dios coopera con los ateos:
los más habilidosos juntadores de dinero se alían con los Comunistas; la Raza
escogida y separada toca las manos de las sórdidas y sobajadas castas de
Europa; y todo esto porque desean destrozar este desagradecido Cristianismo que
les debe a ellos hasta su nombre cuya tiranía ya no pueden más soportar”
Esta cita de Disraelí concuerda con la de Bernard
Lazaré; este fue un israelita amigo de Ch.
Peguy, que escribió un resonante libro a propósito del choque de Dreyfus y Drunimond en Francia a fines del
siglo pasado (XIX). L’Antisemitisme. Dice así en la pag. 350:
“El judío no se satisface con
descristianizar, él judaíza. Destruye la fe católica o protestante, suscita la
indiferencia religiosa, más para imponer su propia idea acerca del mundo, la
moral y la vida en aquellos cuya fe ha arruinado. Trabaja en su tarea secular,
la aniquilación de la religión de Cristo”.
El
libro de Marschalko es antisemita, o por lo menos les carga la romana a los
judíos, los de W. Carr no lo son. Carr cree que en el conciliábulo siniestro
que intriga en el mundo para destruir la Tradición y fomentar la Revolución
Total, hay judíos ciertamente, o más bien (no de Judá sino de Judas, es decir,
malos judíos), lo mismo que hay cristianos y protestantes apóstatas; pero que
toda la raza no está comprometida, y cuenta con hombres rectos y bien
intencionados, no menos que con muchos indañinos e indiferentes… Lo cual parece
obvio.
Por
increíble que todo esto parezca, resulta que coincide con un informe a la Santa
Sede de Monseñor Miguel D’Herbigny autor de dos libros admirables (Un Newman
Ruse y De Vera Religione), fundador de Collegium Russicum de Roma, que dominaba
el ruso y anduvo por Rusia; en el cual informe secreto acerca de una
Conspiración Mundial contra la Iglesia, concluye que ella existe. No tengo a
mano el texto de ese informe, pero recuerdo bien que concluye afirmando que en
algún lugar del mundo, o en varios de ellos, un grupo de poderosos (un trust
bancario tiene hoy día un poder brutal, puede canalizar el gran dinero, que no
es suyo y que “rejunta” sin arriesgar nada, en producir una revolución en
Méjico, por ejemplo), dedicados con actividad y astucia diabólica a derruir la
vieja torre creada por la “gens romana” sobre la piedra de un pescador judío y
una palabra de Cristo; a fin de crear una imitación invertida de ella. Son
hombres que disponen de un poder financiero inmenso, recursos pecuniarios prácticamente
ilimitados, gran habilidad de maniobra politiquera; poseídos (por una razón o
por otra) de un odio acérrimo al Catolicismo. No es propiamente la Masonería,
aunque es posible que de ella se sirvan. No es la raza judía como tal, aunque
sea la mentalidad “judásica”. No es una de las religiones o escuelas
filosóficas visiblemente establecidas en el mundo. Es un conciliábulo o mafia
secreta que unifica y orienta los desordenados movimientos antirreligiosos que
surgen acaso… Esta mafia apoyó con dinero y hombres, según el noble francés, el
establecimiento “imperial” del bolchevismo. Su acción secreta: no tanto que no
se pueda columbrar a veces. Quiere ser secreta.
No
parece imposible. Cuando hay movimientos que van al mismo fin, su unión o
alianza es fácil: basta que surja una cabeza; como Solano Lima, que quiere
“coordinar” a conservadores y peronistas, sandié, y no lo sigue ninguno. Fuera
broma, yo creo bastante lo de D’Herbigny cuando estoy con pesadillas… La
Iglesia Católica es una (aunque con unidad hoy debilitada), porque Cristo tiene
un Vicario en la tierra; ¿por qué no podría el diablo tener también su Vicario
para unificar sus huestes? “Todo esto es mío y a quién yo quiero se lo doy”,
parece que dijo el diablo a Cristo en este Domingo Primero de Cuaresma; y
Cristo no le respondió:” ¡Mentiroso!”
El diablo es la mona de Dios; y los
católicos creemos, con el Dante que de él deriva todo mal.
“Si él fue tan bello como ahora hirsuto Y
contra su Hacedor alzó la frente
Dél conviene provenga
todo luto.”
Es decir que así como hay una intención en
los sucesos tan enmarañados de este mundo, que llamaremos Providencia; bien
puede y aún debe haber una contraintención; más los instrumentos de estas dos
intenciones contrarias no son sino una, su causa tiene también que ser una.
Los que no creen en el diablo, los
espiritistas, los vendedores de Coca-Cola y los distribuidores de Reader
Digest, dicen que todas las cosas que suceden, incluso las que parecen
demoníacas, suceden por azar. Yo les preguntaría cómo es posible que ayer
justamente tuviera yo que perder la llave del departamento; que el portero
andaba con licencia; que mi sobrino, que tiene un duplicado, anduviera en
Rosario, que llamo a un cerrajero y el teléfono nunca funciona (¡milagro en Buenos Aires!) y que estoy
muerto de sueño y en el hotel “Buen
Reposo” me dan una cama con chinches… Y otras cosas peores que en el pasado
me han ido pasando. Por suerte, son ya pasadas; y como decía un optimista del
Ministerio de Relaciones Exteriores, lo mejor que tiene esta vida es haberla
pasado.
Fuera broma, pasan cosas en este mundo
mundillo que… Bueno, es hora de acabar. Hombres demoníacos, o sea perversos,
los ha habido siempre en el mundo; que estos puedan unirse, aunque sea por las
colas (como las zorras de Sansón) no
es nada imposible; que tengan mucho dinero, o sea “habilidad para rejuntar propiedad” (como dice pulcramente Disraelí)
es justo y adecuado; que dediquen su dinero (en parte), su habilidad y su pasión (en total), a querer edificar en el mundo actual la Torre de Babel
de una sociedad sin fronteras, sin clases, sin religiones y sin privaciones, es
el sueño eterno de la Humanidad caída y sublevada; y ahora lleva el nombre de Revolución.
Y velay la idea de Carr, L. Marschalko y
D’Herbigny, apoyada en gavillas por los hechos.
Y ahora la Iglesia Romana les estorba
enormemente, Lenín lo dijo.
Esto pensé anoche no pudiendo dormir, más
apenas salió el sol, me dí cuenta que nadie lo iba a creer; pero que no
obstante siendo mi necesidad o manía escribir artículos, nadie en el mundo me
podía prohibir hacer con mi sueño o insomnio un ensayo humorístico; y allá tú
si no lo crees o si lo crees, como le dijo el gallego ordenanza al optimista de
Relaciones Exteriores al chismearle que su… Bueno, basta de cuchufletas.
Amigo mío, está entrando en pleno delito de
genocidio – como le dijo el Negro Mota al Espejo de luna.
Publicado
en la revista Dinámica Social; Nro 136, Mayo de 1962
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