martes, 30 de junio de 2020

SOBRE EL PODER SECRETO – Por el Padre Leonardo Castellani




   
   Es sabido que el poder secreto es el dinero. Es un secreto a voces: ya San Pablo en su tiempo dijo: “pecunia, cui obediunt omnia…” No dijo: “Cui obediunt OMNES”; dijo “al cual obedecen todas las cosas”; no dijo “todos los hombres”, porque no todos los hombres obedecen al dinero, y los que lo obedecen servilmente, esos son más bien cosas que hombres. El avaro no es un hombre, dijo Aristóteles: hay tres vidas humanas (buenas o malas según el uso) la vida de placer o pueril, la vida “política” o de acción, y la vida de la contemplación “theoretikós bios”; más la vida del avaro no es vida humana pues el dinero que es un medio se convierte en una aberración vuelto fin. Estas tres vidas aristotélicas corresponden más o menos a las vidas estética, ética y religiosa de Kierkgor.

   Algunos piensan que el poder secreto son las mujeres; pero esas son menos secretas todavía. Todos más o menos somos esclavos de esos bichos absurdos, de acuerdo; a no ser que seamos tiranos. Para el cristiano son simplemente hermanas, dijo San Pablo. Pero San Pablo ya no está en la Casa Rosada.

   Más hoy en día otros creen existe un poder secreto nada bueno que desde entre bambalinas mueve los títeres de la historia contemporánea, en parte al menos. Si se descarrió fiera la Revolución Francesa, la cual comenzó con buen pie; si hubo una terrible guerra civil en España, y otras dos peores mundiales, eso y otras calamidades proceden del Poder Secreto Mundial, el MRM (Movimiento Revolucionario Mundial) o los “Illuminati” como los llama el comandante William Carr. ¿Son los judíos? No son los judíos. ¿Son los masones? No del todo ¿Son los llamados Tiburones de las Finanzas Refrigeradas? ¿Es el Comunismo? ¿Es el Capitalismo? Es algo más secreto que todo eso, que se sirve y se aprovecha de unos y de otros.

   Los libros del Comandante Carr no son despreciables: ha escrito no menos de cinco sobre este tema, que lo obsesionaba. William Carr era un canadiense católico, miembro del Intelligence Service (contraespionaje) de Inglaterra, durante la Segunda Guerra Mundial; y en la Primera comandó una goleta y tripuló un submarino. Ha muerto hace poco en un sanatorio de los EEUU, después de soportar pacientemente una parálisis de muchos años. Yo he traducido del inglés el principal de sus libros, “The Pawns in the Game”, con el título equivalente de “Los títeres en el tablado”; por desgracia no ha podido aún ser editado.

   Algunos dirán quizás que es un libro exagerado o fanático. Se debe conceder que es un poco simplista en algunos puntos. Pero los puntos en que suministra información directa de prima fuente (por ej., acerca de la guerra de España, donde estuvo) merecen mucha consideración. Es un hombre que por su oficio debía saber y averiguar cosas ocultas; y ejerció su oficio muchos años.

   Carr sostiene que existe en el mundo actual una logia secreta de hombres poderosos, la cual intriga por medio del dinero principalmente, y con toda clase de maniobras, incluso criminales, para llevar avante lo que él denomina “Movimiento Revolucionario Mundial”, MRM. El fin final de esta logia es llegar a un Estado Mundial Ateo, presidido por ellos. Para rastrearlos, Carr se remonta a los prolegómenos de la Revolución Francesa, mostrando en ella la influencia de directivas secretas; cosa que también ha puesto en claro y demostrado en sus poderosos libros el historiador francés Agustín Cochin, y otros. Lo mismo en la Revolución Española; lo cual también ha sido averiguado en parte por los franquistas. Y en las dos guerras mundiales. En suma, su tesis es que las pericias desastrosas de la historia contemporánea, comunismo incluido, no son causales, sino que son coordinadas y coaligadas. Si el unificante y coagulante son los que él llama “Iluminados”, o algún otro poder, grupo o sociedad, eso es materia discutible. Sea quien fuere, él lo llama, no sin razón, satánico.