sábado, 10 de octubre de 2020

EL PLAN DE LA ALTA VENTA – Por Monseñor Delassus (Fragmento de la obra "El problema de la hora presente)

 





   Nota: Lean como proyecta el enemigo…estrategia sin tiempo (el masón cae pero la causa sigue, sigue la pelea)…en este caso el plan de  obtener un Papa con pensamiento masónico (convencido de que los ideales masones están por encima de los católicos) tiene más de 250 años…Y por lo que se viene  viviendo hace más de 100 años hasta la actualidad, los masones lograron mucho más de lo que planearon…Pero a pesar de que esta sea su hora, (no lo será por mucho tiempo). No podrán destruir la Iglesia que hoy (por el momento) se encuentra tomada por varios enemigos internos… Para los que no lo saben “La alta Venta” es la masonería italiana llamada también de los “Carbonarios” cuyo líder fué el asesino, enemigo de la Iglesia católica, de los tronos y del papado  Giuseppe Mazzini (1805-1872). El fragmento de esta antigua obra: “El problema de la hora presente”. Hoy más que nunca es de una gran actualidad.

 

 

   ¿Cómo hombres inteligentes – y ciertamente los Cuarenta lo eran; Nubius, su jefe, tenía más que inteligencia, era un hombre de genio infernal – cómo pudieron aceptar engancharse en una empresa tan loca? Ellos se metieron ahí, lo vemos por su correspondencia, se metieron ahí con entusiasmo. Un odio satánico los animaba y toda pasión crea la ilusión.

 

Las Instrucciones habían ido primeramente al encuentro de las objeciones.

 

   “El Papa, sea quien fuere, no vendrá jamás a las sociedades secretas. No pretendemos ganar a los Papas para nuestra causa, hacerlos neófitos de nuestros principios, propagadores de nuestras ideas. Sería un sueño ridículo, y, cualquiera sea la manera como se den los acontecimientos, que cardenales o prelados, por ejemplo, sean introducidos de plena voluntad o por sorpresa en una parte de nuestros secretos, y aún eso no sería motivo para desear su elevación a la Sede de Pedro. Esta elevación nos perdería. La ambición los habría conducido a la apostasía, las necesidades del poder los forzarían a inmolarnos”.

 

   Lo que la secta deseaba, no era pues un Papa franc-masón; lo que la Alta-Venta estaba encargada de procurarle no era asimismo un Papa consagrado a la Sectas; si ella encontraba un candidato tal al trono pontificio, no debería trabajar para hacerlo llegar a él. ¿Qué quería? Las Instrucciones lo dicen: “Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y esperar como los judíos esperan al Mesías, es un Papa según nuestras necesidades”.

 

   ¿Cómo entendían ellos ese Papa según sus necesidades? Lo vemos en las Instrucciones: “Alejandro VI no nos convendría pues jamás erró en materias religiosas (1). Un Clemente XIV al contrario, sería nuestra solución, de los pies a la cabeza (2). Borgia ha sido anatematizado por todos los vicios de la filosofía y de la incredulidad y debe ese anatema al vigor con el que defendió la Iglesia. Ganaganelli se entregó atado de pies y manos a los ministros de los Borbones que le daban miedo, a los incrédulos que celebraban la tolerancia, y Ganganelli se convirtió en un muy gran Papa (3) (a los ojos de los filósofos). Es casi en esas condiciones que necesitaríamos uno, si todavía es posible. Con eso marcharemos más seguramente al asalto de la Iglesia que con los panfletos de nuestros hermanos de Francia y el mismo oro de Inglaterra ¿Quieren saber la razón? Es que con eso, para romper la roca sobre la cual DIOS ha construido su Iglesia, no necesitamos más de vinagre anibalense, ni de pólvora de cañón, ni de nuestros mismos brazos. Tenemos el meñique del sucesor de Pedro comprometido en el complot y ese meñique vale para esta cruzada todos los Urbanos II y todos los San Bernardo de la cristiandad”.

 

   Después de haber trazado así el retrato de ese Papa quimérico, y haber dicho lo que la secta podría esperar de aquel que lo realizaría, las Instrucciones agregan:

 

   “No dudamos llegar a ese término supremo de nuestros esfuerzos. Nada debe desviarnos del plan trazado; al contrario, todo debe tender a él. La obra está apenas esbozada; pero desde hoy debemos trabajar en ella con el mismo ardor que si el éxito debiera coronarla mañana”.