Reproducimos
las declaraciones del “Premio Nobel ruso” aparecido recientemente en el
semanario francés “Le Point” y en “ABC” de Madrid.
“Si
ellos me matan, autentificarán todo lo que he escrito. Si no me matan,
proseguiré contando la historia de mi país, y millones de hombres conocerán la
verdad..., puesto que la verdad es una tempestad. Voy a decir cuál es mi
fuerza: yo no soy un personaje político, no soy más que un escritor. Las maniobras
pueden quedar frustradas, las ambiciones rotas, las palabras no pueden ser
amordazadas.”
“Yo
no soy un especialista de Occidente. Hace tan sólo dos años que observo su
interior. Puedo escoger: callarme o hablar. Pero he elegido de una vez por
todas decir aquello que es verdad. El mundo
occidental llega a un momento decisivo. Se va a jugar en los próximos
años la existencia de la civilización que ha creado. Y
pienso que no es consciente de ello. No me fundo en la crisis económica
que sufre, puesto que es capaz de superarla. Tampoco en la crisis política. Me apoyaré sobre la que es necesaria calificar de crisis
espiritual. Tenéis la impresión de que las democracias pueden durar. Las
democracias son islas perdidas en el inmenso río de la Historia. El agua sube.
Las leyes históricas más simples juegan contra las sociedades democráticas.
Pero esta evidencia no se hunde en vuestros ojos.”
“Habéis olvidado el sentido de la libertad. La libertad
desemboca sobre la virtud y el heroísmo. El tiempo ha erosionado vuestra
noción de libertad. Habéis conservado la palabra y fabricado otra noción; una
pequeña libertad, que no es sino una caricatura de la grande; una libertad sin
obligación y sin responsabilidad, que acaba, todo lo más, en el goce de los
bienes. De hecho, sé que todo depende de vosotros: de este pequeño trozo de
Europa occidental que teme que le falte el petróleo; de esa inmensa América,
que no acaba de meditar sobre sí misma. El comunismo no es un fenómeno ruso. Se ha
implantado en Rusia y se ha servido en Rusia. Mañana también puede implantarse
entre vosotros y servirse de vosotros. Todo depende, misteriosamente, de la
resolución individual de cada uno. Jamás el porvenir del planeta ha
dependido tanto de tan pocos hombres. Creo que la
primera regla para todo el mundo es no aceptar la mentira: en nosotros y
en vosotros. Decir la verdad es hacer que renazca
la libertad, sin tener en cuenta presiones, intereses o modas. Decir aquello
que se sabe, ser auténtico, y repetirlo. Y
si algunos se alzan de hombros, repetirlo de nuevo. Y poner la voluntad y la inteligencia al servicio de la verdad.”
“Revista CRISTIANDAD de 1976”
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